Sesgo tercera persona
El sesgo de la tercera persona es aquel que hace a las personas tender a creer que se ven menos afectados por los medios de una manera notoriamente menor, sino completamente exentos de sus efectos.
Se puede aplicar a multitud de cosas (por ejemplo, aplicado al riesgo se denomina "sesgo de invulnerabilidad")
Digo esto por el siguiente motivo: todos creemos estar receptivos en cuanto a la atención se refiere, en lo que a los detalles y la información y, en realidad, nuestra capacidad, humanamente hablando, es limitada. Tan limitada que es posible el ilusionismo, la magia, los efectos ópticos y, en general, todo aquello que ha cautivado a la humanidad desde hace siglos.
En realidad todo ello se reduce a una combinación entre la saturación de nuestras percepciones y atención y nuestro convencimiento (falso) de que somos mejores que el resto y podemos ver a través de todo ese entramado diseñado para romper con nuestra capacidad perceptual más básica.
El sesgo del que comenzamos hablando también afecta a fenómenos como los efectos especiales. ¿Cuántas veces no habremos ido a ver la típica película de tiburones y alguien no ha dicho algo así como "¡Es evidente que es de goma!" o "¡Creo que veo los cables que lo sujetan!"?
En algunos casos, es verdad que el cine no llega a poder obrar milagros y los trucos empleados en los rodajes quedan mal camuflados, pero en la mayoría de las ocasiones la tecnología y la modernización de la industria del cine hacen extremadamente creíbles cosas que en la realidad serían imposibles. Un ejemplo es Star Wars. En una escena, que pretendía poner de relieve la calidad gráfica de la nueva trilogía, se podía ver un casco a través del cual se veía parte de la escena. La maravilla de la escena es que el casco realmente nunca existió en la realidad, y todo era por ordenador. Pese a todo, la gente pensó que parte del mismo se había envuelto en croma, dando por hecho que SÍ existía el casco. Mucho mejor es el ejemplo de los vuelos en escoba de Harry Potter.
Combinado con el efecto Mandela, este sesgo puede provocar malentendidos o hasta cambios de opinión pública. Como los productos que, por comprarlos mucho más de vez en cuando que otros, recordamos más baratos de lo que realmente son y, como nos creemos por encima de semejantes errores (por el sesgo que articula toda esta entrada), se cree que el producto en cuestión sube cada vez que lo compramos.
Como el estimado lector puede observar, este sesgo tiene más alcance que una simple cuestión mediática. No es sólo una manifestación errónea de lo que se denominó "teoría de la aguja hipodérmica", sino que puede meterse en nuestro día a día cotidiano. Desde aquí animamos a nuestro querido lector a buscar ejemplos de lo que discurrimos en su cotidianidad.
Representación gráfica del sesgo de la tercera persona. |
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